Como es nuestra costumbre de cada lunes hoy tenemos el artículo escrito por el periodista Orión Mejía para su columna A rajatabla que publica los domingos en El Nacional.
Economistas de los que hablan o escriben en ucraniano, políticos y escribanos ignorantes aúnan esfuerzos para propagar la falsa nueva de que la economía ha colapsado, estancado o que solo gira en círculo, por lo que a su insano juicio lo que se mercadea como buen queso no es más que jabón de cuaba.
Esos mercaderes del pesimismo exhiben listas o rankings en los que el país figura cuanto menos detrás del último, como si figurar arriba o abajo determine de manera definitiva el comportamiento de cualquier renglón de las cuentas nacionales.
El ABC de la economía indica que cualquier suceso económico o social debe ser analizado no sólo en sí mismo sino también en su contexto, porque más que el lugar que se ocupa en esas listas, más importante sería determinar si se crean las condiciones para avanzar o retroceder.
Un buen ejemplo sería decir que todavía y por muchos años, el país estará en lugar rezagado en el ranking de educación, pero solo un loco negaría que el sector vive un periodo de profundas transformaciones.
Como es muy difícil entender a los economistas que hablan en ucraniano, y para evitar caer en la obesidad de la ignorancia, se recomienda aplicar el sentido común ante el oleaje de pesimismo que azuza gente que arrastran los pies.
Para saber si la economía crece o se estanca hay que preguntar si es verdad o mentira que la previsión de crecimiento sería mayor al 5.5% en proporción al Producto Interno Bruto (PIB), o si es falso que el ingreso en divisas para este año sobrepasaría los 28 mil millones de dólares.
También vale la pena preguntar si alguna calificadora de riesgo u organismo internacional de supervisión económica ha llamado la atención sobre algún inminente descalabro en el servicio de la deuda externa o si ha advertido sobre la insostenibilidad del endeudamiento.
¿Hay algún mal de fondo en el sector de intermediación financiera? ¿Hay riesgos de subida súbita de la inflación? ¿Bajaron abruptamente los precios del cacao, café, tabaco procesado, oro u otro producto de la canasta básica de exportación? ¿Hay escasez o carestía de alimentos básicos?
Se puede indagar también si se ha ampliado o reducido el déficit de Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos o si se reducen los ingresos por turismo, remesas e inversión extranjera directa.
Esos economistas, comunicadores y políticos no entienden la relación que hay entre endeudamiento y déficit fiscal, como tampoco hablan de la baja presión tributaria ni mucho menos de la necesidad de una reforma fiscal como la recomendó el representante del PNUD.
Un amigo sancarleño, al preguntarle sobre su situación económica, acostumbra a responder “mi economía todavía está mal, pero va muy bien”, respuesta filosófica que deberíamos dar a esos venduteros de pesimismo que arrastran los pies.