¡Que la Iglesia dé un paso al frente!

El periodista banilejo Miguel Franjul, director del Listín Diario, enfoca este tema en su editorial de este miércoles y que nosotros por compartir sus criterios tenemos como invitado para nuestro comentario de hoy.

Con toda la autoridad moral que le confiere la misión que Jesucristo les trazó a sus apóstoles, la Iglesia dominicana debe dar un nuevo paso al frente y encabezar una cruzada por el rescate de los valores éticos y culturales del pueblo, ahora derruidos.

 Así como en el pasado los obispos lideraron jornadas para combatir los intentos por legalizar el aborto y otras alternativas contra la vida humana, así el liderazgo eclesial está llamado a promover, con palabras y hechos, la transformación moral de la sociedad.

 No necesita más estímulo que sus enjundiosas reflexiones en el último mensaje con motivo de la Independencia, en el que llama a la ciudadanía “a la toma de conciencia frente a las sombras de muerte que nos afligen”, que son copiosas, para que sus obispos encabecen y abanderen el proceso hacia la restauración de los valores prostituidos.

 De las grandes sombras de muerte que afligen a los dominicanos podríamos librarnos gradualmente, porque tienen su origen y su dinámica de desarrollo en fallas del sistema.

 Tanto la corrupción, los vicios de la política, la violencia y la delincuencia -las sombras de muerte que señalan los obispos- se incuban en el imperio de la impunidad.

 Cuando no hay sanción, amonestación y consecuencias para los que incurren en tales desafueros, el sistema entero que sostiene los poderes del Estado pierde su eficacia y se torna peligrosamente gelatinoso y quebradizo.

 Ya estamos padeciendo las consecuencias de ese descalabro que ha sucedido, a la vista de todos, por culpa de una silente e irresponsable actitud de la mayoría que, como dice la Iglesia, incurrió “en cierta dejadez o inercia social siguiendo la corriente, sin esperar ni procurar un cambio”.

 La Iglesia, con este lúcido y elocuente mensaje, clama por un compromiso de toda la ciudadanía para construir “una República Dominicana diferente”, por el camino de la institucionalidad, el bien común, el respeto, la responsabilidad y el orden.

  Es el destino nacional el que está en juego en estos momentos. Sin valores no hay futuro. Solo incertidumbres y retrocesos que llevan al precipicio los esfuerzos y principios con que los Padres de la Patria edificaron esta República para que fuese libre, soberana e independiente, bajo la protección de Dios.

Si le damos el frente, en las calles o en cualquier escenario en el que el pueblo se sienta partícipe y comprometido, podremos salir a camino.