A los dominicanos cada año nos comienza con festividades de origen religioso, el seis la epifanía de los Reyes Magos y el veintiuno el día de la Virgen de la Altagracia y en cada uno de ellos hay opiniones y peticiones de curas y pueblo.
Lo más socorrido y que se expresa desde la felicitación de la llegada del nuevo año a las doce de la medianoche es….y próspero año nuevo, que de decirlo como tradición y rutina, parecería como de la boca para afuera.
Los escritores y pensadores motivacionales siempre han dicho que para tener un futuro diferente hay que hacer las cosas de manera distinta porque si las seguimos haciendo igual, el futuro será el mismo que el presente que nos aqueja.
Las promesas y las peticiones a Dios y a la Virgen (en todas sus advocaciones conocidas), parece como si las hiciéramos con la esperanza de que se nos cumplan sin poner de nuestra parte, que nos caiga del cielo.
Los gobernantes se comprometen a trabajar por el bien común, y en muchas ocasiones así lo hacen, pero nosotros como pueblo, muchas veces como que le dejamos el trabajo a ellos y sólo esperamos los resultados.
Es necesario que todos trabajemos unidos por un bien común y personal, al igual que hacemos las peticiones a lo divino, ¡pero con fe!