El 1 de septiembre es el Día Mundial de la Dactiloscopía. Una celebración que busca hacer honor al hombre que vio la importancia única de los signos o rastros biológicos de los seres humanos al momento de recabar pruebas para un caso criminal.
Ese hombre fue Juan Vucetich un astro-húngaro que terminó viviendo en Argentina y allí descubrió el verdadero poder de las huellas digitales para resolver crímenes hasta la fecha irresolubles.
Juan Vucetich fue un croata nacionalizado argentino, quien desarrolló la primera clasificación de las huellas dactilares y género las primeras fichas dactiloscópicas del mundo. Su fuente de inspiración fue la conferencia que Francis Galton había pronunciado ante la London Royal Society y que hablaba sobre la impresión dejada por el pulgar y los otros dedos.
A raíz de esta información, Vucetich creó 4 grandes grupos para clasificar los rasgos de una huella: arcos, presillas internas, presillas externas y verticilos.
En definitiva, la dactiloscopía es el estudio de los rasgos de las huellas digitales. No existen dos huellas iguales, aunque las de los gemelos univitelinos son muy difíciles de diferenciar. Cada huella del mundo posee una serie de rasgos y formas, que crean un patrón único.
Recoger una huella dactilar no es una tarea difícil, solo se necesita la superficie donde se dejó la huella, algún polvo adherente, puede ser desde talco hasta el polvillo de los maletines de criminalística, una brocha gruesa de esas que se usan para aplicar el colorete y una superficie con pega, como un pedazo de cinta adhesiva transparente para retener la impresión.
Sin embargo, la identificación de los rasgos de la huella es otra historia, aquí se necesitará mucho conocimiento de algún método de clasificación dactiloscópica, tiempo y una buena lupa.
La gran ayuda para la investigación criminal, si lugar a dudas es ¡La Dactiloscopía!