A cincuenta y tres años de haberse producido el derrocamiento del gobierno que encabezó el profesor Juan Bosch desde febrero del 1963 hasta el veinticinco de septiembre de ese mismo año, los dominicanos no hemos dejado de lamentar todo lo bueno que nos auguraba ese régimen.
Era la época de la llamada guerra fría, cuando el mundo se encontraba dividido entre dos tendencias: capitalismo y comunismo, representadas por dos potencias, Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Países pequeños como el nuestro no tenían poder de decisión, ni podían manejarse libremente y como estábamos bajo la influencia norteamericana no podíamos permitirnos ni el más ligero asomo de disidencia o discrepancia, era la época de los complots para derribar gobiernos.
La suerte para República Dominicana fue que el Presidente derrocado en ese fatídico septiembre, era un político de gran visión y tenacidad y nunca desmayó para que nuestro país fuera conducido por senderos de democracia, progreso y liberación, cosa que en mayor medida se han ido consiguiendo en los gobiernos del partido creado por él, de la Liberación Dominicana.
El tiempo ha pasado y como siempre, cura las heridas, gracias a Dios ya no se estila aquello de dar ¡Golpe de Estado!