En su artículo de este domingo para su columna A rajatabla que publica en El Nacional, el periodista Orión Mejía, enfoca los últimos acontecimientos políticos relacionados con la supuesta reforma constitucional y es nuestro comentario invitado como cada lunes.
La vez anterior, el precandidato de oposición incumplió la promesa de encabezar una manifestación frente al Congreso contra una posible modificación constitucional, lo que se atribuye a que no hubo confirmación sobre el éxito de la gestión que se realizaba ante la oficina del secretario de Estado de Estados Unidos.
Esas diligencias se hicieron a través de senadores y representantes estadounidenses, algunos con fuertes conexiones aquí y otros abordados a través de asesores políticos y de inteligencia de quienes una vez fueron jefes en Nueva York.
Cuando se dio la plena seguridad de que el secretario Mike Pompeo llamaría por teléfono al presidente Danilo Medina, el candidato apresuró una rueda de prensa para convocar a su “querido pueblo dominicano” a una concentración frente al Poder Legislativo para defender la integridad del Texto Sustantivo.
Aunque en las gestiones para que el Departamento de Estado aguijonee al presidente Medina se han contactado a senadores republicanos y demócratas, esa tarea la encabeza el sector más conservador dentro del principal partido de oposición, con ayuda de otra franquicia con mejores nexos del lado liberal.
Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York, a quien se atribuye disminuir la delincuencia al aumentar el valor del alquiler de vivienda en las zonas de predominio afroamericano e hispano, parece convencer a su cliente local de que puede ejercer en el escenario político local el rol de Juan Guaidó, en Venezuela.
A eso puede atribuirse la premura del aspirante presidencial por desalojar del área del Congreso a los peledeístas que se oponen a una posible modificación de la Constitución, en una acción unilateral que no contó con el concurso de su partido.
Buitres de Miami y Nueva York creen que pueden encender aquí la pradera sobre la falsa premisa de que el Gobierno del PLD (fíjense, que no digo de Danilo Medina), procura reproducir el indeseable drama venezolano, por lo que se busca convencer al precandidato opositor de alistarse el traje de Guaidó sin reparar en que a Danilo no le sirve el de Nicolás Maduro, ni tampoco se ajusta a la anatomía de Leonel Fernández.
La llamada de Pompeo fue un gesto de cortesía hacia congresistas contactados desde aquí en busca de una intromisión de EE. UU. en el debate político, despropósito que ha llegado al extremo de promover una réplica de Guaidó, que el precandidato opositor cree que puede desempeñar de acuerdo con el libreto.
Los sectores que se confrontan al interior del PLD deberían poner atención a ese tejemaneje, toda vez que los gobiernos de ese partido restablecieron relaciones diplomáticas con Cuba, las formalizaron con China y formaron parte del coro progresista de Latinoamérica, junto a Brasil, Ecuador, Venezuela, Argentina y Bolivia. Los cañones apuntan en las dos direcciones.