Lucrezia Borgia, una figura siniestra de la historia del Renacimiento hija del Papa Alejandro VI, aconsejaba a manera de enseñanza a amigas y amigos, que difamaran a sus enemigos como forma eficaz para destrozarle y argumentaba que para conseguir ese triunfo sólo se necesitaba una buena dosis de imaginación.
Ya que si el difamado callaba por considerar absurda la aseveración infamante lanzada en su contra, la victoria del difamador sería inmediata porque en la opinión de la gente aquel silencio sería una muestra de aceptación, en tanto que si contestaba el infundio, el ladrón de la honra tenía aún la posibilidad de contraatacar cuantas veces fuera necesario, hasta dejar vencido en la sociedad al difamado.
¿Le parece en algo conocido lo que estamos viendo ahora con la figura del ex presidente Leonel Fernández? Desde que salió del Poder en el año 2012 con una aceptación de la población de hasta un 70%, hemos visto acusaciones y actuaciones irrespetuosas en su contra que nunca nadie pudo imaginarse alguna vez.
Dispendio, robo, desfalco y cuanto pudiera imaginar y elaborar una mente malsana, envidiosa y venal, ha sido dicho en contra de un Presidente que, aunque no quieran reconocerlo aquellos que lo adversan, inició la modernización del Estado dominicano, ¡y las pruebas están ahí!
Estamos en las proximidades de unas nuevas elecciones presidenciales y conociendo la forma de hacer política en nuestro país sabíamos que las cosas se podrían de la forma acostumbrada: mentiras, infamias y todo aquello que sólo hacen “los derrotados del triunfo ajeno”.
Todavía nos falta mucho por ver y Leonel no será el único, es que aquí hemos aprendido con notas de sobresaliente, la consigna de Lucrezia Borgia ¡difama, que algo queda!