Desde las primeras manifestaciones del movimiento de la Marcha Verde dijimos en uno de nuestros comentarios que se nos parecían a los tristemente funestos Mítines de Reafirmación Cristiana que con apoyo de un sector de la Iglesia y de recalcitrantes miembros de la sociedad civil se celebraban durante el Gobierno de Juan Bosch procurando lo que a la postre sucedió: su derrocamiento.
Estas marchas verdes que se iniciaron con un propósito que todos queremos, el fin de la corrupción y la impunidad, enseñaron desde su inicio el refajo por los miembros destacados que encabezaban y encabezan las caminatas y aunque muchos comentaristas así se lo decían, ellos lo negaban.
Esta semana lo demostraron claramente y sin rubor pidiendo la renuncia del presidente Danilo Medina, un absurdo que la mayoría pensante del país ha descalificado llamándolo por su nombre: un disparate de marca mayor.
El presidente de la JCE ha dicho la realidad: Danilo Medina es un presidente ungido por el pueblo, por el voto popular, ganador de una reelección con la mayor cantidad de sufragios en toda la historia dominicana y fue electo por una segunda vez para que siguiera haciendo lo que sabe hacer y que ha pedido ¡Déjenme trabajar!