No hay cosa que nos guste más a los seres humanos que el vaticinio, el imaginar lo que puede pasar y aventurar opiniones sin haber sucedido algo, tan sólo porque nuestra imaginación lo ha creado como respuesta a lo porvenir.
En la actividad política, que es ejercida por hombres y mujeres con cabezas propias y debilidades y fortalezas propias de todo ser, se presentan situaciones y sin antes de los implicados decir porqué hacen tal o cual alianza, comenzamos a elucubrar y a opinar sobre lo que será.
Hemos tenido unos días de varias alocuciones de importantes dirigentes políticos, y sólo de anunciarse ya especulábamos sobre lo que dirían, como si esto obligara al orador a hablar de los temas que imaginamos y no sobre lo que él tiene pensado.
Hoy hablará el Presidente de la República y desde que se anunció su alocución, las especulaciones de lo que dirá no han cesado, ¿no es mejor esperar que hable y luego analizar o comentar lo que dijo? Igual pasa con las repatriaciones que deben comenzar este jueves.
Los vaticinios fatales son incontables y necesariamente no tiene que suceder lo negativo porque desde hace año y medio se está trabajando en eso y es de conocimiento de todos, de los afectados, de los defensores de ambos lados y de los gobiernos de cada país implicado.
Esta noche a las 9:00 habla el Presidente, escuchémoslo y ya sabremos, también hoy finaliza el Plan de regularización esperemos mañana y ya veremos, porque de nada vale ¡adelantarse a los acontecimientos!