Una frase muy popular en el lenguaje de los dominicanos que se utiliza para poner a una persona en su sitio haciéndole ver cuál es su posición e importancia para que no se permita ciertas libertades, eso le hicimos a la CIDH.
La llamada Corte Interamericana de los Derechos Humanos basada en actuaciones mentirosas de haitianos que llegaron al extremo de ir a cónclaves internacionales con documentos falsificados alegando ser dominicanos, evacuó una aberrante sentencia condenatoria a nuestro país.
Fue tan lejos en su intromisión que “ordenaba que República Dominicana tenía que cambiar la Constitución para otorgar nacionalidad a haitianos que ni siquiera tenían documentación de su país aunque sí su nacionalidad.
Todos los sectores del país se pronunciaron en contra de tal mamotreto jurídico y el Gobierno hizo lo que tenía que hacer: rechazar en todas sus partes esa irrespetuosa sentencia y recordarles que somos soberanos.
Hasta los sectores que estaban en contra de la sentencia TC 168-13 se mostraron contrarios y ofendidos por la actuación de esa Corte y sólo el ex presidente Hipólito Mejía la apoyó y se ha mostrado en desacuerdo con la actitud digna del Gobierno y el país.
El Tribunal Constitucional ha establecido que por no haber sido aprobado por el Congreso Nacional la afiliación nuestra a la CIDH, ésta es inconstitucional y por tanto no somos miembros, de manera que esos prejuiciados jueces lo mejor es que se vayan ¡a freír tusa!