Esta es una frase cubana que Daniel Santos popularizó en una canción en los años cincuenta y que muchos le dan una significación distinta, aunque la mayoría entiende que lo que quiere decir es “no estar en nada”.
Así podría parecer que estamos los dominicanos con unas preocupaciones que en resumidas cuentas, no van a quedar en nada, porque son situaciones desde hace mucho.
En el año 2013 vino un nuevo embajador de los Estados Unidos de Norteamérica a nuestro país a representarlos y no hubiera pasado nada extraño porque es lo que se acostumbra, cambiar embajadores, pero se armó un berenjenal, porque es un hombre y vino casado con otro hombre.
Los gobiernos recipientes son notificados por el emisor, de las cualidades de quien proponen y envían un resumen de su vida, de manera que quien lo recibe sepa a quien recibiría si le da su aceptación, y eso pasó.
Desde que llegó a nuestro país ha estado haciendo lo mismo, su agenda diplomática y su otra agenda, de manera que no hay que estarse halando ahora los moños porque visitó una escuela de niños acompañado de su pareja.
El aprovecha todas las ocasiones y si no las crea, pero va para tres años en eso y como si nada sucediera, de suerte que parece ser que hemos estado ♪en el tíbiri tábara♪